Un nuevo temporal azota con dureza la ría de Vigo. Es domingo, y medio centenar de barcos se echan al mar para frenar la entrada del fuel en la ría. Los marineros se enfrentan a olas de cinco metros, a vientos de 65 nudos y al hedor del chapapote.
Ante la pasividad de las autoridades, arrastreros y cerqueros gallegos organizan un dispositivo propio para detectar manchas en las bocanas de las rías. Los barcos mejilloneros y las planeadoras están en alerta ante cualquier aviso. El sector pesquero autogestiona sus recursos y los exprime al máximo. El futuro de su sector está en peligro.
En tierra firme, 6.000 voluntarios no se arrugan ante el temporal y colaboran en las tareas de limpieza. La Voz de Galicia lleva a sus páginas a una pareja de recién casados que renunció a la luna de miel para limpiar chapapote.
Un barco pirata
Se descubre que el motor del Prestige no pasaba revisiones oficiales desde 1990.
12.000 personas se concentran en Barcelona
Unas 12.000 personas protestan en Barcelona contra la gestión de la catástrofe. En Londres, varias decenas, en su mayoría emigrantes gallegos, se congregan ante la sede de la Organización Marítima Internacional.